En este libro, Stephanie nos presenta a dos personajes nuevos y muy diferentes a los que nos encontramos en Un beso en París. Lola está feliz, lo tiene todo, su mejor amiga, unos padres a los que adora y un super novio que la tiene loca.
A pesar de todo, siempre a tenido el temor de que su pasado vuelva. Afortunadamente parece ser que nunca va a pasar... hasta que ve ese camión de mudanza en la casa de al lado y sobre todo cuando se da cuenta de que los dueños de él son la familia Bell... parece ser que el pasado sí que vuelve a llamar a tu puerta.
Me leí Un beso en París hace aproximadamente 6 años, y a pesar de que me encantó, nunca me animé a continuar la trilogía. Este año me propuse acabar con sagas empezadas, así que aquí tenemos este.
Como tenía unos recuerdos espectaculares del primero, empecé este con muchas ganas y con hype. Al empezarlo me llevé una enorme desilusión. Me gustaba, pero no lo veía tan espectacular como yo recordaba que fue el primero.
Poco a poco mi hype se fue apagando junto a mis ganas de leerlo... hasta que llegó un punto (no recuerdo cual, sinceramente) en el que me di cuenta de que estaba adorando el libro.
La trama empieza normal, lineal, como un típico libro de romántica contemporánea... hasta que (hacia la mitad del libro más o menos), te das cuenta de que no puedes despegarte de él. Vas conociendo más a los personajes, implicándote más con ellos hasta que les coges muchísima empatía.
A mi al principio sólo me gustaba Lola (y bueno, sus padres, que me encantan como personajes), una chica excéntrica, alegre, creativa... sinceramente es muy diferente a mi, supongo que por eso me gustaba tanto.
Cricket al principio me daba mucha indiferencia, hasta que empecé a conocerlo más y me di cuenta de lo dulce, cariñoso y bueno que era.
Esa mezcla nos lleva a una trama que con el paso de las páginas se vuelve dulce, adorable, y muy, muy bonita.
El final es increíble. Es un poco predecible, eso es cierto, pero no te esperas la dulzura y el cariño que desprende, lo cual hace que adores más aún el libro, que acabes con un muy buen sabor de boca y que no te deje indiferente. Sé que estoy repitiendo las mismas palabras, pero es que, de verdad, si hay una palabra para resumir este libro, esa es: dulce.
Esta trilogía se puede leer en el orden que quieras, pero aconsejo hacerlo en su orden original, ya que personajes de los libros anteriores aparecen en los siguientes y, no mucho, pero pueden hacer spoiler de algunos acontecimientos ocurridos en sus propias historias.
Dicho esto, solo me queda recomendaros esta maravillosa trilogía. Solo me queda el último y tengo planeado ponerme con él prontito. He decidido leerlo en inglés, ya que creo que tiene un vocabulario asequible y quiero ganar soltura leyendo en más idiomas, ya os contaré cómo me ha ido en la siguiente reseña.
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